Gary McKinnon se convierte en el primer hacker de la historia extraditado a Estados Unidos
No ha habido piedad con Gary McKinnon, el llamado "hacker del Pentágono", para evitar su extradición a Estados Unidos. "Los ordenadores militares no se tocan" parece ser el mensaje que Gran Bretaña y la Unión Europea quieren dar a sus ciudadanos con este caso. McKinnon está acusado de realizar "el mayor ataque informático militar de todos los tiempos".
Mercè Molist - A estas horas McKinnon hace las maletas, si no está ya viajando a EEUU, donde le juzgarán por una decena de cargos, entre ellos acceder a ordenadores del servicio secreto, el ejército y la NASA, robar archivos, dañar sistemas protegidos, causar interferencias en equipos de navegación marítima y dejar inoperativa la red militar de Washington, causando unos daños de 700.000 dólares.
Ni los tribunales ni el gobierno británicos han atendido durante los últimos tres años las apelaciones de McKinnon para no ser extraditado. El pasado 28 de agosto, agotaba su última baza cuando el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo denegaba también la petición y lo convertía en el primer hacker de la historia extraditado a Estados Unidos.
Frente a la inflexibilidad de las autoridades, destaca el apoyo a McKinnon en Internet. No se había visto una campaña tan unánime a favor de un hacker desde los tiempos de Kevin Mitnick. Sitios de renombre como Kriptópolis o The Register han seguido al minuto las peripecias del caso, que siempre ha cosechado grandes cantidades de comentarios favorables al hacker de origen escocés.
En Gran Bretaña, sus defensores mantienen desde 2005 una activa web de apoyo, han recogido centenares de firmas, han organizado manifestaciones ante el Ministerio del Interior y han conseguido el apoyo de destacados políticos que han usado al hacker como símbolo, en una guerra parlamentaria sobre los límites de la extradición de ciudadanos británicos.
La Unidad de Crimen Tecnológico de aquel país detuvo a McKinnon, alias "Solo", en noviembre de 2002. Este admitió haber entrado en 97 ordenadores militares estadounidenses, entre febrero de 2001 y marzo de 2002, pero sin causar daños. Se le ofreció una condena menor si aceptaba ser juzgado en EEUU, pero él lo rechazó y el caso quedó en suspenso hasta 2005, cuando se pidió formalmente su extradición.
Durante estos seis años McKinnon ha estado en libertad bajo fianza, sin poder usar teléfonos móviles ni Internet, excepto una cuenta de correo monitorizada, "a pesar de que no se le ha acusado ni condenado por ninguna causa en su país", denuncia Mark, miembro de su equipo, en un mensaje cifrado a Ciberpaís, para evitar "la muy posible monitorización también a su familia y partidarios".
Pero no han sido estos detalles los que han convertido el caso en rocambolesco, sino la personalidad y motivaciones de McKinnon, que hoy tiene 42 años. Analista de sistemas en paro, sufre una forma de autismo llamada Síndrome de Asperger, que le predispone al comportamiento obsesivo y carencia de empatía.
Aficionado a los OVNIs y las teorías conspiracionistas, decidió buscar información secreta sobre estos temas en los ordenadores militares norteamericanos. Actuaba desde el piso de la tía de su novia, donde vivía, armado con un ordenador doméstico, un módem, programas de seguridad fácilmente disponibles y altas dosis de marihuana.
Según McKinnon, "creía estar haciendo periodismo de investigación más que hacking". Pero la cosa degeneró en un grave episodio maníaco, como explicó posteriormente a la prensa de su país: "Pasaba ocho horas al día, cada día, intentando entrar en sistemas militares, sin ducharme ni vestirme".
Hasta que Solo empezó a cometer errores: "Acabé hablando con la gente a quienes hackeaba. Dejaba mensajes en sus escritorios, usando WordPad, con mensajes conspiracionistas". Y el toque de gracia: usó su dirección de correo auténtica para descargar un programa, lo que llevó a las fuerzas de la ley directamente a su casa.
McKinnon se enfrenta a una condena de hasta 70 años y una multa millonaria. Durante el proceso de apelaciones ha sufrido diversos ataques de ansiedad y actualmente, según su abogada Karen Todner, está "angustiado". Su actual novia -la anterior le dejó después de pagar una astronómica factura de teléfono- explica: "Es un hombre roto, está muy asustado".
Los profesionales de la seguridad informática han seguido el caso desde la simpatía hacia McKinnon. En 2006, la empresa Sophos realizó una encuesta que concluía que el 52% estaban en contra de la extradición. Desde su punto de vista, el "hacker del Pentágono" sólo sacó a la luz la dejadez de los ordenadores militares norteamericanos.
En una entrevista a "Financial Times", McKinnon explicaba que entrar en estos sistemas fue "ridículamente fácil" y que su seguridad era muy laxa: "Encontré centenares de ordenadores sin contraseña de administrador. A veces había 70 hackers curioseando en el mismo sistema que yo".
Mathew Bevan, otro británico que en 1996 fue cazado buscando información sobre OVNIs, aunque después se retiraron los cargos, asegura en una entrevista a "The Register": "La cuestión es qué hacen en las redes militares ordenadores con sistema operativo Windows conectados directamente a Internet".
Según Bevan, "si un "fumeta" pacifista pasado de rosca pudo perpetrar el 'mayor hack militar de todos los tiempos', ¿qué habría pasado si Gary hubiese tenido la mente clara, un objetivo deliberado e intenciones maliciosas?". Bevan coincide con los partidarios de McKinnon en que "lo están usando como chivo expiatorio con la intención de conseguir más presupuesto para el ejército, no para acabar con estos ataques".
Free Gary McKinnon
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos desestima la apelación de McKinnon
McKinnon a 'scapegoat for Pentagon insecurity'
Petition to stop the extradition to the US of accused hacker Gary McKinnon
"The Guardian": La primera entrevista que concedió McKinnon
Mas informacion:
http://www.imatica.org/bloges/2008/09/250919882008.html
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